Se cumplen 500 años de la publicación de la obra de Tomás Moro, un libro que ha sembrado una fértil cosecha literaria
Hace cinco siglos no existían automóviles, pero, seguro, ya había
niños que preguntaban: "¿Cuánto falta para llegar?". Y entonces —como
ahora y para siempre— lo preguntaban sin saber que lo importante no es
el destino sino el viaje. O tal vez no era que no lo supieran sino que
—sabios y descreídos como sólo pueden serlo los niños— no se creyesen
eso de las virtudes del trayecto, por encima de los placeres de la meta.
En cualquier caso, tal vez como pócima mágica ilustrada o placebo
letrado, el humanista-renacentista Tomás Moro publicaba por entonces su Libellus… De optimo reipublicae statu, deque nova insula Vtopiae.
Y ponía de moda para siempre una de las palabras más incorrectamente y
peor usadas en toda la historia de la humanidad: utopía. (Nota
/confesión: busco el título en latín en Wikipedia, esa suerte de
territorio utópico para todo escritor).
La Utopía de Moro tiene mucho de comuna hippy, más idealizada que ideal