Infierno

Somos cualquier cosa menos seres,
en este infierno,
en este sobrado,
así nos tratan, como quieren

Nos mienten,
nos apabullan,
no hay redención material,
no hay iniciativa cierta,
no hay mente que piense,
ni cuerpo dispuesto a morir,
somos terreno fértil para la opresión
No hay clamor que despierte


Sólo miseria, muerte y consternación
El Dios de los pobres desapareció
trocado en un señor sin fueros
terco como un animal cruel
.
Haciendo lo que le viene en ganas,
casi tan poderosos como la naturaleza
para obra de las desgracias
Helo ahí, como retumba cual si fuera el propio Mefistófeles
por desidia del “Señor”.

Francisco Alarcón

Claroscuro

Suerte de vida que me arrastra
por caminos diversos, laderas desbarrancadas
cosas que son y ocurren en otoñales afectos
días nuevos que me retraen de la enemistad

De niño con o sin simpatías anduve
caminé todas las vías con pasión,
Disfruté los esplendores del tesoro
y la degradante ausencia en realidades inversas

Pude de todo, porque la vida es todo
Olvido para la desesperanza, para el pasado malo,
para la resurrección de los amores, para los disparates,
conjunto de percepciones disímiles,
que al final terminan siendo nuestra existencia
sin poder borrar ni un paso de lo ocurrido

Así vamos creyendo enmendarnos cotidianamente,
dejando atrás lo protervo como las Marías
¡Qué va! somos un sólo ente y los perdones sólo nos acarician,
en algunos momentos para decirnos que si o que no

No pienses que el orbe absuelve mientras haya gente
No pienses que el albedrío es libre mientras haya seres,
no vamos solos a ninguna parte, te ven, te admiran o te borran
Aunque no hablen porque ya no hace falta ese talante

¿Desilusiones o amores?
Prefiero los últimos que me dan la savia
Son el pan que consumimos para existir
Son los salvavidas frente a la indolencia,
están allí aunque la muerte no te yerga
porque fuiste únicamente uno en este mundo que no exime

Adentro estoy, me asomo de vez cuando para ver la luz
Distingo lo que quiero, hacerlo no me cuesta nada,
lo absuelve hasta la corte celestial
aunque las puniciones terrenales hayan impuesto sus penas

Pasajes que no pasan, no terminan
Sigue el dolor que con honra llevamos,
pareciera que ya no vivimos en estos sombríos lugares
pero estamos aquí, viendo, oyendo y quizás muriendo

Francisco Alarcón