Era Bella





Bella como la estrella era su sonrisa
fina como la aguja de mi destino,
como el hilo plateado de una cana
como el alma del nervio sensible.

Por eso regresé mujer, con ansia loca
a tus ardientes mimos de Citeres



Francisco Alarcón/Segundos Aires

A Ella

A Ella de Francisco Alarcón
Sin circulante ni activos fijos,
pero fiel a tu luz con mis respetos,
vengo a exponerte, amada, mis secretos,
como quien abre al sol sus escondrijos.

Nuestra casa sin ti tiene enredijos
y vacantes tan grandes, tan completos,
que llenarlos no alcanzan tus tantos hijos,
tus cuatro parientes y tus nueve nietos.

Vuelve ligero amor, vuelve, que ahora
mi hálito sideral, ido a la luna,
quiere de nuevo encontrarse con tu aurora.

Y así distingue, en rachas de fortuna,
en vez de aguantar veinte, hora tras hora,
resignarse a tu cruz, que es solo una.

Poema publicado en Sueños de Agua pág 28

Me equivoqué





Vidente como Cagliostro
celoso le cubrí el rostro
con un velo musulmán,
mas de nada me valió
pues el velo se le abrió
cuando vio a otro sultán.

Por tu amor

Foto Cronos Josue Mejía 10/2006

Con tu amor me es suficiente
con tu amor me colmé
con tu amor vivo
con tu amor razono.


Sin tu amor no hay quimeras
sin tu amor no hay sosiego,
sin tu amor no me hallo
A tu amor no declino ni desmayo.

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No sé si soy digno de alguna historia o simplemente soy polvo y escoria, mi patria muere sin oír un solo lamento, al derecho o al revés muere una y otra vez...

por Francisco Alarcón

Quién

Quién te robó tu mirada,
tu figura, tu corazón de esmeralda,
tu hado de hada
y te dejo desnuda, casi sin nada

No es culpa tuya
no es culpa mía
son los crepúsculos,
que pasan desesperados.

Son los antes que nos demudan,
son los hoy que nos arrugan,
son los siempre que nos empujan
Y son los ahora que no dejan nada.


Extraído de SUEÑOS DE AGUA. Caracas: Comala.com, 2003. 72 p

Algo

Hay algo muy propio en nosotros
Ese algo somos tú y yo,
unión fresca para las tareas arduas
para el esfuerzo imperecedero

para echar la ceniza todos los días,
para lanzarnos mañana y tarde
en lucha meridiana,
despejando fluctuaciones, dando claridad

No en mezquino andar
se rige nuestra travesía
No buscamos la ventura egoísta
a razón del diluvio ajeno

Siento mi aproximación a lo que quiero
junto a tus valores y desvelos
Porque hay algo muy propio en nosotros
ese algo somos tú y yo.

Soneto

Cuando gusté su amor lo hice hasta el fondo,
me emborraché en el fuego de su vino
y me fue tan de encanto su camino
que me quede dormido en lo más hondo.

La Venus dibujaba en el plafondo
de su ideal palacio sibilino
era un sueño fantástico y divino
como el de las honduras de Macondo.

Pero seguí en las curvas de su río
pidiéndole más bien lo más sombrío
que su extensión de luna y azahares,

porque a la luz del éxtasis, tan muda,
prefiero en el jardín de mis pesares
su luz menos sutil y más desnuda.