Se cumplen 400 años del fallecimiento de William Shakespeare (1564-1616). En el ámbito de la lengua inglesa y en el resto del mundo, se le recuerda y homenajea. Simultáneo al año Cervantes, se celebra el año Shakespeare. Entre las muchas biografías que se han escrito sobre el inglés, posiblemente la de Stephen Greenblatt sea la que con más amplia lucidez se aproxima a la posible persona Shakespeare
Lo posible es un método. Un camino de trampas que reclama de astucia y sensibilidad intelectual. En su mesa de trabajo, el historiador dispone de un conjunto de piezas irregulares: escasos documentos irrefutables, testimonios directos y numerosos de fuentes indirectas; versiones diferentes y controvertidas de un mismo hecho; montañas de especulaciones; hechos sustantivos de motivación desconocida; largos períodos de oscuridad informativa; decenas y decenas de hipótesis sobre lo relevante y lo nimio: con todo ello se propone nada menos que escribir una biografía. A lo anterior hay que agregar que William Shakespeare fue autor de una obra enorme en extensión e intención; que hay una corriente crítica que lo considera el más grande escritor de los últimos diez siglos; y que hay no menos de una docena de biografías previas, a las que se ha reconocido algún mérito. ¿Por qué entonces Stephen Greenblatt decide intentar la biografía de Shakespeare?