Era y soy
Dios ha muerto
Yo también fui
Cómo me gusta
A mi madre
Voces del alma
Veo mi nombre solitario que no evoca nada,
veo que en él confluyen sólo mis pensamientos,
o presagios de algo que nunca se fructifica
Pero no me importa lo que veo sino lo que siento
Y mientras sienta estoy aquí y no expuesto en un vitral,
haciendo cosas con o sin fundamentos,
Errando pero también creando
lo que se erige de la nada y nace, crece y perdura
No son mis ficciones, no son los sueños púberos
Son los sueños de la edad madura o senil o como quieran llamarla,
la más rendidora cuando se sabe aprovechar
No hay nadie que calle esta boca ni que cambie mis inclinaciones
Son los años los que conducen a estas expresiones
Son los años que modelan un camino aunque ya nos cueste transitarlo,
es la vida del ser cuando ella se ha vivido en paz y con serenidad
Aprovechando cuanto cree uno es de importancia para el saber
Ya no repito los vocablos que les oigo a todos,
ya no son lo decires usuales que se contagian como las pestes,
Son las voces del alma que afloran a veces hasta sin querer
Ahora yo ando por esos rumbos a los que no pienso renunciar
Francisco Alarcón
Viene la muerte
esperando el preciso instante,
sin pedir nada a cambio, sin llevarse lo impropio
Dejando ese cuerpo para la tierra
para que yazga en un hoyo
O pase a la nueva modalidad de la cremación,
qué más da, un cuerpo en esas circunstancias, es como un traje
Para qué la muerte se va a llevar esa cosa indiferente
No contendría el infinito a los muertos
El mundo se caería con el peso de tantos restos,
que los gusanos se encarguen de reciclar
o la candela orea los destruya todos dejando las cenizas
Para el recuerdo, para el olvido,
siempre un difunto es olvido como el tiempo es pasado,
presente sólo tiene la muerte en puntual comparecencia
Aparece cuando es y cuando le toca
Ni siquiera merodea a los agónicos
Ella sabe cuando es el soplo de verdad sin que sumen los rezos,
o las victorias pasajeras que la medicina provee
en algunos casos para consuelo de los dolientes
Pero viene la muerte en su hora, en su minuto final
Sin pedir nada a cambio, ni a la familia, ni al cadáver,
carga lo que hay cargar como lo deja la vida, desnudo
Como una vez también lo trajera al mundo un ser de dulce entereza.
Así la espero por mí, por ti, por ella
Qué seriamos si tú no te encargaras compasivamente de llevarnos?
Basura acaso, un cuerpo que caducó y no tiene nada que lo mueva ya
Gracias mi apreciada muerte por siempre tenernos presente.
Ya
¿Era mi amor?,
No lo sé
Revolotean el alma antes de partir
Ya se fue y no hay abatimiento,
no hubo destrucción sólo pasión
Nadie dejó,
la veré algún día con nuevo traje
con nuevos brillos, lejos de estas tierras
Le diré, hola cariño, ¿me recuerdas?
Fui yo, aquel quien te enseñó
y tú quien me partió el corazón.
En ramalazos quebraderos, mirando como todo se hace fugaz
Hasta los te quiero son desazón
Cuando se va alguien que uno ha querido
es como si se dejara de querer parte de uno mismo,
pero no hay remedio para estas situaciones
Se fue y salió con un destilarte adiós
Recuerdos, enredos, no, no los hay
Los poetas somos libres y volvemos al asunto original
Si es Dios es Dios, si no lo es, habrá otra inspiración
y las musas de nuevo aparecerán quizá por obra de ese Señor
Despuntado todo tiempo pasado
propicio como el hoy, desordenado en parte por el sufrimiento
Florecerán de nuevo los rosales con más esplendor
Yacerán los olvidos en su desesperación
y habrá de nuevo muchos seres y cosas por mirar
Así como todo cambia, el poeta lo hará,
creación es vida, inmarcesible de voluntad férrea
etérea o terrenal regresará y no agonizará la inspiración
Fenece solo la época, lo que nos rodea, sino muriera todo
Pues, seguiremos abiertos, algo maltrechos
con emoción tronada pero imperturbable;
hasta la vista bella flor, que yo también me voy
sabes mi nombre: Francisco Alarcón
Infierno
en este infierno,
en este sobrado,
así nos tratan, como quieren
Nos mienten,
nos apabullan,
no hay redención material,
no hay iniciativa cierta,
no hay mente que piense,
ni cuerpo dispuesto a morir,
somos terreno fértil para la opresión
No hay clamor que despierte
Sólo miseria, muerte y consternación
El Dios de los pobres desapareció
trocado en un señor sin fueros
terco como un animal cruel
.
Haciendo lo que le viene en ganas,
casi tan poderosos como la naturaleza
para obra de las desgracias
Helo ahí, como retumba cual si fuera el propio Mefistófeles
por desidia del “Señor”.
Francisco Alarcón
Claroscuro
por caminos diversos, laderas desbarrancadas
cosas que son y ocurren en otoñales afectos
días nuevos que me retraen de la enemistad
De niño con o sin simpatías anduve
caminé todas las vías con pasión,
Disfruté los esplendores del tesoro
y la degradante ausencia en realidades inversas
Pude de todo, porque la vida es todo
Olvido para la desesperanza, para el pasado malo,
para la resurrección de los amores, para los disparates,
conjunto de percepciones disímiles,
que al final terminan siendo nuestra existencia
sin poder borrar ni un paso de lo ocurrido
Así vamos creyendo enmendarnos cotidianamente,
dejando atrás lo protervo como las Marías
¡Qué va! somos un sólo ente y los perdones sólo nos acarician,
en algunos momentos para decirnos que si o que no
No pienses que el orbe absuelve mientras haya gente
No pienses que el albedrío es libre mientras haya seres,
no vamos solos a ninguna parte, te ven, te admiran o te borran
Aunque no hablen porque ya no hace falta ese talante
¿Desilusiones o amores?
Prefiero los últimos que me dan la savia
Son el pan que consumimos para existir
Son los salvavidas frente a la indolencia,
están allí aunque la muerte no te yerga
porque fuiste únicamente uno en este mundo que no exime
Adentro estoy, me asomo de vez cuando para ver la luz
Distingo lo que quiero, hacerlo no me cuesta nada,
lo absuelve hasta la corte celestial
aunque las puniciones terrenales hayan impuesto sus penas
Pasajes que no pasan, no terminan
Sigue el dolor que con honra llevamos,
pareciera que ya no vivimos en estos sombríos lugares
pero estamos aquí, viendo, oyendo y quizás muriendo
Francisco Alarcón